Ricardo Luis Plaul (especial para ARGENPRESS.info)
En momentos en que la derecha se resiste por todos los medios a aceptar los avances regionales en camino hacia sociedades más justas e independientes, en momentos en que sectores neoliberales intentan una restauración conservadora, vale la pena recordar la formidable y heroica resistencia del pueblo chileno frente a los que como siempre actúan como brazo ejecutor de las políticas económicas que tienen como único objetivo su enriquecimiento a costa del hambre del pueblo. Ayer como hoy están vigentes las palabras de S. Allende: “...hay gentes que no pueden tolerar que los pueblos tengan la impaciencia histórica de construir su propio destino, no entienden que podamos sentirnos con derecho a ser dignos y a vivir como tales”. Ayer como hoy, tomando su ejemplo, las clases populares siguen luchando por la dignidad y la justicia social porque saben como él que: “mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
“Para matar al hombre de la paz tuvieron que bombardearlo hacerlo llama, porque el hombre de la paz era una fortaleza”. Y agregaba que “Para matar al hombre de la paz tuvieron que imaginar que era una tropa, una armada, una hueste, una brigada, tuvieron que creer que era otro ejercito, pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo y tenia en sus manos un fusil y un mandato y eran necesarios mas tanques más rencores más bombas más aviones más oprobios porque el hombre de la paz era una fortaleza”. Mario Benedetti
En un nuevo aniversario del golpe reaccionario perpetrado en Chile, el 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno del Dr. Salvador Allende, rendimos homenaje al destacado líder socialista, al ciudadano ejemplar, al intérprete de grandes anhelos de justicia, que prefiere luchar hasta perder la vida, antes que ver avasallada la democracia y los más elementales derechos humanos, efectivamente aniquilados por la cruenta dictadura del Gral. Pinochet. Rodeado por un puñado de militantes y amigos, el “compañero presidente” defiende, armas en mano, la voluntad popular y la dignidad revolucionaria. La barbarie y la matanza desatadas no fueron casuales, se trataba de derrotar y aniquilar a un gobierno popular apoyado y defendido por la clase trabajadora, los campesinos y los estudiantes.
En 1971, decía Allende: “Hemos sostenido que no puede haber igualdad cuando unos pocos lo tienen todo y tantos no tienen nada. Pensamos que no puede haber fraternidad cuando la explotación del hombre por el hombre es la característica de un régimen o de un sistema. Porque la libertad abstracta debe dar paso a la libertad concreta. Por eso hemos luchado. Sabemos que es dura la tarea y tenemos conciencia de que cada país tiene su propia realidad, su propia modalidad, su propia historia, su propia idiosincrasia. Y respetamos por cierto las características que dan perfil propio a cada nación del mundo. Pero sabemos también, y a la plenitud de conciencia, que estas naciones emergieron rompiendo el correaje por el esfuerzo solitario de hombres que nacieron en distintas tierras, que tenían banderas diferentes, pero que se unieron bajo la misma bandera ideal, para hacer posible una América independiente y unida”.
En momentos en que la derecha se resiste por todos los medios a aceptar los avances regionales en camino hacia sociedades más justas e independientes, en momentos en que sectores neoliberales intentan una restauración conservadora, vale la pena recordar la formidable y heroica resistencia del pueblo chileno frente a los que como siempre actúan como brazo ejecutor de las políticas económicas que tienen como único objetivo su enriquecimiento a costa del hambre del pueblo. Ayer como hoy están vigentes las palabras de S. Allende: “...hay gentes que no pueden tolerar que los pueblos tengan la impaciencia histórica de construir su propio destino, no entienden que podamos sentirnos con derecho a ser dignos y a vivir como tales”. Ayer como hoy, tomando su ejemplo, las clases populares siguen luchando por la dignidad y la justicia social porque saben como él que: “mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
En honor a mi hermano de sangre y de lucha, Duan Estay, por el simple hecho de ser chileno y de ser mi hermano.