LOS ESTUDIANTES DEL 68 SOÑADORES LIBERTARIOS, LOS DE HOY, PAZGUATOS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
2 de octubre de 2008, Puebla, Pue.- Estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la BUAP realizaron este día un homenaje a los estudiantes acribillados en la Plaza de Tlatelolco en el 40 aniversario de dicho hecho histórico. El acto que congregó a la comunidad universitaria de dicha Unidad Acadénica contó con la participación del profesor Ifigenio Fuentes, sabreviviente de los hechos y actualmente académico de la BUAP, quien narró sus vivencias y dijo que hoy muchos estudiantes son pazguatos por dejarse llevar por los medios de comunicación por lo que no pueden compartir los sueños libertarios de la generación del 68; participaron también los estudiantes Alejandro Carrillo y Duan C. Estay, quienes hicieron un análisis del suceso y los retos que hoy enfrentan los jóvenes universitarios, así como con la presentación artística de estudiantes de la Escuela de Artes, al final del acto, recordando que en aquellos años la única forma de ejercer la libertad de expresión lo eran los muros y paredes callejeras, los universitarios expresaron su opinión en un mural en el que se volvió a leer "Exigid lo imposible".
Hace 40 años de un día como hoy, fueron cobardemente asesinados cientos, quizá miles de jóvenes estudiantes igual que nosotros, las manos asesinas dijeron entonces que tan sólo habían perecido “20 revoltosos”, desde entonces la sociedad entera no olvida que un 2 de octubre de 1968 se intentó desaparecer y borrar con la muerte los sueños libertarios de una generación que se atrevió a desafiar al poder establecido, hoy sabemos que esos sueños dejaron, según los más conservadores datos, más de 300 muertos y más de dos mil presos políticos, sabemos también que la masacre de Tlatelolco fue deliberada y debidamente planeada por los intolerantes hombres que tenían el poder político, y sin embargo después de 40 años nadie ha sido castigado, pero igualmente de claro sabemos que esos sueños no pudieron ser acallados ni aún con tan brutal crimen, hoy más que nunca debemos seguir el ejemplo de esa generación en pos de libertad y justicia.
Muchos nos preguntamos hoy como eran los jóvenes de entonces, qué los movió a levantar la voz incluso a costa de sus vidas, qué poderosas ideas los llevaron a desafiar un poder al que le pidieron diálogo y les respondió con balas, la historia nos dice que no sólo en México, sino en el mundo entero, por esos años los jóvenes estaban cansados de la falta de libertades y de que unos cuantos manejaran el mundo a su antojo; entonces, como en México, se empezaron a gestar revoluciones imaginarias, por igual en Estados Unidos, en China, en Checoeslovaquia, en Madrid, en Alemania, el Mayo francés, en torno a esas ideas estaba presente la caída del orden mundial de la posguerra, la guerrilla, el Che Guevara, el movimiento civil de Martin Luther King, la revolución sexual, la minifalda como liberación femenina más allá de la moda, las comunas, la guerra fría, los hippies, la revolución cultural de Mao Tse Tung, el movimiento independentista de Patricio Lumumba en el Congo, el pop-art, la crisis de los cohetes entre Estados Unidos y Cuba y sobre todo la guerra y el abuso que imponían los poderos en contra de los débiles, que era ilustrada ni más ni menos con la invasión norteamericana al humilde pueblo de Vietnam.
En esos años y bajo este ambiente, era claro que algo se tenía que hacer, por eso en el centro de esas revoluciones imaginarias surgió la idea de un cambio y ese cambio no podía ser otro que exigir libertad y justicia, el movimiento estudiantil del 68, exigía al orden establecido un cambio, y los estudiantes de esa generación se convirtieron en actores de las transformaciones sociales, aunque eso representaba caer en la insubordinación, por eso “Exigir lo imposible” y “Prohibido prohibir” fueron lemas que recorrieron la calles del mundo entero en esos ejemplares días de lucha.
Pero los ideales de los estudiantes del 68 recibieron como respuesta las bayonetas, la juventud desde entonces es motivo de sospecha y la falta de reverencia al presidente de la república fue considerada prueba concluyente de subversión; la búsqueda de democracia y la defensa de la libertad de expresión eran delitos insoslayables, a la demanda estudiantil de democratización el Estado mexicano contestó con sangre y ante la ausencia de propuestas democráticas surgió el lenguaje totalitario y la represión como forma de inhibición de toda forma de expresión y la prisión como lugar idóneo para silenciar las ideas, síntoma inequívoco de ausencia de legitimidad democrática y de gran debilidad moral.
Desde entonces, el movimiento estudiantil de 1968 y el 2 de octubre como referencia y fecha simbólica, marcó no solamente la vida de varias generaciones de mexicanos sino que significó un parteaguas en la historia moderna de México; a 40 años de la movilización juvenil que cuestionó el autoritarismo y la antidemocracia del régimen político mexicano y de la masacre de la Plaza de Tlatelolco, mucho se ha escrito y dicho, pero conviene preguntarnos que tanto hemos cambiando.
El 2 de octubre de 68 culminó una época de la historia de México, y aunque es cierto que el poder establecido vio en el asesinado de aquellos heroicos jóvenes como su mejor oportunidad para castigar ejemplarmente la insubordinación, también es cierto que desde entonces todo empezó a cambiar, y los mexicanos empezamos a construir un camino diferente y a convertir en realidad ese cambio que anhelaban los soñadores del 68 y aprendimos como genialmente lo dijera Heberto Castillo, uno de los grandes líderes morales del movimiento, “Que se trataba de convencer a una sociedad de que hay caminos y de que, si éstos no existen, se deben construir, porque no hay nada más peligroso que el inmovilismo o la intentona de echar para atrás el andar del tiempo”.
El movimiento del 68 trascendió a todas las esferas sociales y puso en marcha un cambio que transformó toda nuestra historia, pero a 40 años siguen pendientes de resolver tareas democráticas, que deriven en la solución de los graves problemas sociales que afectan a la mayoría de los mexicanos y tienen a México en peligro de perder sus últimos vestigios de soberanía.
Una tarea pendiente y que todos debemos reflexionar es la actitud de muchos jóvenes de nuestra generación marcada por el desinterés hacia todo, actitud que mucho tiene que ver justamente con la brutal respuesta que recibieron los jóvenes del 68 y que Gilberto Guevara Niebla, uno de los líderes de ese movimiento explica así: “El movimiento estudiantil había alentado la libertad y la democracia, pero la manera brutal en que se le aplastó en Tlatelolco no sólo trajo consigo el terror, el miedo y la confusión: también produjo en lo jóvenes una decepción profunda respecto a las instituciones democráticas y fomentó el desinterés en la política”.
Los jóvenes de hoy, debemos ver el futuro como lo vieron esos jóvenes de ayer, con alegría, con ganas de cambio, con fuerza de decisión, con empuje y coraje, con interés para ser cada vez mejores, y ser mejores pasa necesariamente por levantar nuevamente las banderas del 68, porque no es posible avanzar si no hacemos de la nuestra una sociedad cada vez más justa, más libre, más equitativa, más plural y democrática, más nuestra. Mostrar desinterés por lo que pasa en nuestro alrededor es ni más ni menos que permitir que triunfen los asesinos intereses que jalaron el gatillo el 2 de octubre de 1968 y que nos querían así, callados y sometidos.
Preguntarnos ¿Qué esta pasando hoy en México? ¿Qué podemos hacer? Son sin duda la mejor forma de honrar a los caídos ese 2 de octubre, los jóvenes de hoy debemos tener la sensibilidad y el valor para continuar con ese cambio que inicio hace 40 años y que hoy exigen nuevamente de los estudiantes y de la sociedad entera recomponer las cosas, porque las cosas no van bien, no pueden ir bien cuando vemos como alevosamente se lanzan granadas contra una multitud indefensa o cuando, hace tan sólo dos días, un campesino veracruzano se inmoló prendiéndose fuego, agobiado por la pobreza y la desesperanza ante la oficina de un gobernante inepto y una sociedad que no le dio ni respuestas a sus demandas ni solvencia a su extrema pobreza.
¿Qué está sucediendo en México? Fue seguramente la pregunta que movió a miles de mexicanos en ese 1968, en este 2008, nos debemos hacer la misma pregunta porque hoy como entonces hay muchas necesidades por resolver y los estudiantes, sabremos encontrar algunas de las respuestas a la compleja problemática que vivimos. Que en nuestro país se presenten actos de terrorismo o inmolación como los comentados, independientemente de la interpretación a modo que hacen desde el poder a quienes así les conviene, nos debe llevar a la conclusión de que algo muy grave está pasando y que estamos a tiempo de solucionarlo.
De entre los cientos de testimonios que hoy conocemos y que no pudieron ocultar los asesinos, un día apareció la foto de una muchacha asesinada ese 2 de octubre, la foto mostraba a casi una niña de 19 años y de una belleza incomparable en la morgue marcada por la sangre de la balas asesinas, se trataba de una estudiante que hablaba varios idiomas y que participaría en los juegos olímpicos de aquel año como interprete a no ser porque una bala criminal la mato, su nombre: Ana María Regina, a la cual el poeta Juan Bañuelos dejó en nuestra memoria para siempre en un fragmento de su poema "No consta en actas" y que dice así: "A ti que me hiciste hablar sin haberte conocido, ¿De qué materia fuiste hecha que las balas no destruyeron tu belleza?". Hoy, 40 años después, sabemos que Ana María, como los ideales de los jóvenes de su generación, fueron hechos de una belleza incomparable, pero también impenetrable, que ni las balas pudieron destruir y que hoy nos han hecho hablar en este sencillo y humilde homenaje, aunque nos los conocimos.
URGE LEVANTAR LAS BANDERAS DEL 68 OTRA VEZ, ALGO GRAVE ESTÁ PASANDO Y ALGO HABRÁ QUE HACER
(Mensaje emitido por Alejandro Carrillo y Duan Estay)
Hace 40 años, en la tarde de un día como hoy, cuando se realizaba una reunión de jóvenes estudiantes igual que nosotros en la explanada de la plaza conocida como Tlatelolco en la ciudad de México, el cielo vio cómo unas luces verdes se encendieron luego de ser lanzadas unas bengalas desde un helicóptero, luego el suelo de esa plaza vio tan sólo correr ríos de sangre, porque esa era la señal para que militares y paramilitares por ordenes salidas desde los sótanos asesinos del gobierno abrieran fuego con ametralladoras y armas de alto poder en contra de hombres y mujeres que se atrevieron a cometer el insólito delito de pedir públicamente libertad y justicia.(Mensaje emitido por Alejandro Carrillo y Duan Estay)
Hace 40 años de un día como hoy, fueron cobardemente asesinados cientos, quizá miles de jóvenes estudiantes igual que nosotros, las manos asesinas dijeron entonces que tan sólo habían perecido “20 revoltosos”, desde entonces la sociedad entera no olvida que un 2 de octubre de 1968 se intentó desaparecer y borrar con la muerte los sueños libertarios de una generación que se atrevió a desafiar al poder establecido, hoy sabemos que esos sueños dejaron, según los más conservadores datos, más de 300 muertos y más de dos mil presos políticos, sabemos también que la masacre de Tlatelolco fue deliberada y debidamente planeada por los intolerantes hombres que tenían el poder político, y sin embargo después de 40 años nadie ha sido castigado, pero igualmente de claro sabemos que esos sueños no pudieron ser acallados ni aún con tan brutal crimen, hoy más que nunca debemos seguir el ejemplo de esa generación en pos de libertad y justicia.
Muchos nos preguntamos hoy como eran los jóvenes de entonces, qué los movió a levantar la voz incluso a costa de sus vidas, qué poderosas ideas los llevaron a desafiar un poder al que le pidieron diálogo y les respondió con balas, la historia nos dice que no sólo en México, sino en el mundo entero, por esos años los jóvenes estaban cansados de la falta de libertades y de que unos cuantos manejaran el mundo a su antojo; entonces, como en México, se empezaron a gestar revoluciones imaginarias, por igual en Estados Unidos, en China, en Checoeslovaquia, en Madrid, en Alemania, el Mayo francés, en torno a esas ideas estaba presente la caída del orden mundial de la posguerra, la guerrilla, el Che Guevara, el movimiento civil de Martin Luther King, la revolución sexual, la minifalda como liberación femenina más allá de la moda, las comunas, la guerra fría, los hippies, la revolución cultural de Mao Tse Tung, el movimiento independentista de Patricio Lumumba en el Congo, el pop-art, la crisis de los cohetes entre Estados Unidos y Cuba y sobre todo la guerra y el abuso que imponían los poderos en contra de los débiles, que era ilustrada ni más ni menos con la invasión norteamericana al humilde pueblo de Vietnam.
En esos años y bajo este ambiente, era claro que algo se tenía que hacer, por eso en el centro de esas revoluciones imaginarias surgió la idea de un cambio y ese cambio no podía ser otro que exigir libertad y justicia, el movimiento estudiantil del 68, exigía al orden establecido un cambio, y los estudiantes de esa generación se convirtieron en actores de las transformaciones sociales, aunque eso representaba caer en la insubordinación, por eso “Exigir lo imposible” y “Prohibido prohibir” fueron lemas que recorrieron la calles del mundo entero en esos ejemplares días de lucha.
Pero los ideales de los estudiantes del 68 recibieron como respuesta las bayonetas, la juventud desde entonces es motivo de sospecha y la falta de reverencia al presidente de la república fue considerada prueba concluyente de subversión; la búsqueda de democracia y la defensa de la libertad de expresión eran delitos insoslayables, a la demanda estudiantil de democratización el Estado mexicano contestó con sangre y ante la ausencia de propuestas democráticas surgió el lenguaje totalitario y la represión como forma de inhibición de toda forma de expresión y la prisión como lugar idóneo para silenciar las ideas, síntoma inequívoco de ausencia de legitimidad democrática y de gran debilidad moral.
Desde entonces, el movimiento estudiantil de 1968 y el 2 de octubre como referencia y fecha simbólica, marcó no solamente la vida de varias generaciones de mexicanos sino que significó un parteaguas en la historia moderna de México; a 40 años de la movilización juvenil que cuestionó el autoritarismo y la antidemocracia del régimen político mexicano y de la masacre de la Plaza de Tlatelolco, mucho se ha escrito y dicho, pero conviene preguntarnos que tanto hemos cambiando.
El 2 de octubre de 68 culminó una época de la historia de México, y aunque es cierto que el poder establecido vio en el asesinado de aquellos heroicos jóvenes como su mejor oportunidad para castigar ejemplarmente la insubordinación, también es cierto que desde entonces todo empezó a cambiar, y los mexicanos empezamos a construir un camino diferente y a convertir en realidad ese cambio que anhelaban los soñadores del 68 y aprendimos como genialmente lo dijera Heberto Castillo, uno de los grandes líderes morales del movimiento, “Que se trataba de convencer a una sociedad de que hay caminos y de que, si éstos no existen, se deben construir, porque no hay nada más peligroso que el inmovilismo o la intentona de echar para atrás el andar del tiempo”.
El movimiento del 68 trascendió a todas las esferas sociales y puso en marcha un cambio que transformó toda nuestra historia, pero a 40 años siguen pendientes de resolver tareas democráticas, que deriven en la solución de los graves problemas sociales que afectan a la mayoría de los mexicanos y tienen a México en peligro de perder sus últimos vestigios de soberanía.
Una tarea pendiente y que todos debemos reflexionar es la actitud de muchos jóvenes de nuestra generación marcada por el desinterés hacia todo, actitud que mucho tiene que ver justamente con la brutal respuesta que recibieron los jóvenes del 68 y que Gilberto Guevara Niebla, uno de los líderes de ese movimiento explica así: “El movimiento estudiantil había alentado la libertad y la democracia, pero la manera brutal en que se le aplastó en Tlatelolco no sólo trajo consigo el terror, el miedo y la confusión: también produjo en lo jóvenes una decepción profunda respecto a las instituciones democráticas y fomentó el desinterés en la política”.
Los jóvenes de hoy, debemos ver el futuro como lo vieron esos jóvenes de ayer, con alegría, con ganas de cambio, con fuerza de decisión, con empuje y coraje, con interés para ser cada vez mejores, y ser mejores pasa necesariamente por levantar nuevamente las banderas del 68, porque no es posible avanzar si no hacemos de la nuestra una sociedad cada vez más justa, más libre, más equitativa, más plural y democrática, más nuestra. Mostrar desinterés por lo que pasa en nuestro alrededor es ni más ni menos que permitir que triunfen los asesinos intereses que jalaron el gatillo el 2 de octubre de 1968 y que nos querían así, callados y sometidos.
Preguntarnos ¿Qué esta pasando hoy en México? ¿Qué podemos hacer? Son sin duda la mejor forma de honrar a los caídos ese 2 de octubre, los jóvenes de hoy debemos tener la sensibilidad y el valor para continuar con ese cambio que inicio hace 40 años y que hoy exigen nuevamente de los estudiantes y de la sociedad entera recomponer las cosas, porque las cosas no van bien, no pueden ir bien cuando vemos como alevosamente se lanzan granadas contra una multitud indefensa o cuando, hace tan sólo dos días, un campesino veracruzano se inmoló prendiéndose fuego, agobiado por la pobreza y la desesperanza ante la oficina de un gobernante inepto y una sociedad que no le dio ni respuestas a sus demandas ni solvencia a su extrema pobreza.
¿Qué está sucediendo en México? Fue seguramente la pregunta que movió a miles de mexicanos en ese 1968, en este 2008, nos debemos hacer la misma pregunta porque hoy como entonces hay muchas necesidades por resolver y los estudiantes, sabremos encontrar algunas de las respuestas a la compleja problemática que vivimos. Que en nuestro país se presenten actos de terrorismo o inmolación como los comentados, independientemente de la interpretación a modo que hacen desde el poder a quienes así les conviene, nos debe llevar a la conclusión de que algo muy grave está pasando y que estamos a tiempo de solucionarlo.
De entre los cientos de testimonios que hoy conocemos y que no pudieron ocultar los asesinos, un día apareció la foto de una muchacha asesinada ese 2 de octubre, la foto mostraba a casi una niña de 19 años y de una belleza incomparable en la morgue marcada por la sangre de la balas asesinas, se trataba de una estudiante que hablaba varios idiomas y que participaría en los juegos olímpicos de aquel año como interprete a no ser porque una bala criminal la mato, su nombre: Ana María Regina, a la cual el poeta Juan Bañuelos dejó en nuestra memoria para siempre en un fragmento de su poema "No consta en actas" y que dice así: "A ti que me hiciste hablar sin haberte conocido, ¿De qué materia fuiste hecha que las balas no destruyeron tu belleza?". Hoy, 40 años después, sabemos que Ana María, como los ideales de los jóvenes de su generación, fueron hechos de una belleza incomparable, pero también impenetrable, que ni las balas pudieron destruir y que hoy nos han hecho hablar en este sencillo y humilde homenaje, aunque nos los conocimos.
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