31 de marzo de 2011

Goles y Literatura.

Alejandro Carrillo Correa

Colaboración para ChidoBUAP

Hace un par de semanas cierta persona me preguntó mi punto de vista sobre la relación que existe entre la belleza y la complejidad; es decir, si el nivel de dificultad de una obra determina el valor que le dan las personas dentro de lo que se conoce como “bello”.

Mi respuesta fue inmediata:

- Para mí lo mejor del mundo es lo más simple.

- ¿Como qué?- ella rebatió.

- Como el fútbol - respondí.

- Pero estamos hablando de arte - contraatacó.

- Por eso – sonreí.

Y es que yo soy uno de esos seguidores de la “tribu”, aquellos que exploramos las cábalas, los ritos y las ceremonias dentro esas catedrales de concreto que conocemos como estadios, soy uno de esos que encuentra semidioses en la cancha y predicadores en las tribunas todos los domingos, soy de una religión con millones seguidores en donde “dios siempre es redondo”. Los ateos con ínfulas de intelectuales dirán que no se trata sino de “una herramienta de control social, ¡pan y circo para el pueblo!”, y jurarán odiar al fútbol por sobre todas las cosas y jamás verán un partido, pero en el fondo vivirán con la angustia de no saber entender el delirio de los fieles. Así sea.

Juan Villoro, gran apóstol del balompié, asegura que el fútbol es un fenómeno cultural en todo el mundo, es el espejo que somos en lo bueno y en lo malo, trastoca las aristas más humanas de los individuos y de las colectividades; y además es una poderosa máquina del tiempo capaz de devolvernos a los niños que fuimos. Añadiría que el fútbol es un catalizador de las bellas artes: La jugada que empieza en las manos del arquero y termina en las redes contrarias después de catorce o quince toques, eso es arquitectura. El baile del “diez” con tres defensas encima y con “caño” incluido, eso es danza. Los canticos de 10 mil en la tribuna es la más bella pieza musical. El lance del portero sobre la horquilla del arco para mandar el balón a tiro de esquina, es la mejor de las pinturas. La “mano de d10s” en el Argentina-Inglaterra del 86’, justo después de la guerra de Las Malvinas, ¡eso es cinematografía! En fin… ¿Qué es un partido? Sino una historia que ocurre durante un tiempo determinado y como en la literatura, esta historia puede ser buena o mala.

De acuerdo con Villoro, el fútbol va más allá de ser un simple deporte; es la forma mejor repartida de la pasión en el mundo y nos cautiva porque es simple tanto en su reglamentación como en su infraestructura y equipamiento; “para jugarlo sólo se necesita de un par de suéteres como portería y algún objeto que haga de balón”. El fútbol nos llena porque probablemente repara alguno de nuestros anhelos, cumple alguna de nuestras ilusiones y compromete nuestra imaginación; “el fútbol sucede en dos tiempos, en el campo y en la mente del espectador”. Ineludiblemente el juego es una escuela de resignación que corre al parejo de la vida y no se puede detener; “es la pasión del 0-0, la pasión del no partido, del no resultado que es inimaginable en otros deportes”.

Es el único fenómeno social que va contra la evolución de la especie, que recupera la parte reptiliana de nuestro cerebro, es aquí donde las antorchas y los gritos de guerra nos regresan a lo primitivo, a la salvaguarda de nuestra tribu. Llenamos los estadios, suspendemos nuestras conversaciones y a veces hasta nuestros matrimonios, vuelve a jugar la parte cancelada de la civilización y el pie obtiene su venganza ante la mano.

Es un fenómeno social unificador e incluyente; no por nada la Federación Internacional del Fútbol Asociación (FIFA) tiene más países asociados que las Naciones Unidas. En lo individual, el fútbol puede cambiar carácter de las personas a niveles extraordinarios; de repente el prudente y reservado se pinta la cara y le mienta la madre a cuantos árbitros y rivales tenga delante de sí, y el despistado conoce de memoria la ficha técnica de Berbatov, Arshavin y Pavlichenko.

Entre otras cosas, el autor de “Dios es redondo”, considera que el fútbol es la mejor de las democracias con el peor sistema de jurisprudencia. No importa si son ricos, pobres, gordos, flacos, negros, blancos, amarillos o azules, poco importa si durante la infancia tuvieron polio, sufren de enanismo o tienen una bala incrustada en la cabeza, si nacieron en el Palacio de Buckingham, en una favela o en el barrio bravo de Tepito; el fútbol no sabe de clases sociales y todos pueden jugar.

Es cierto, las vicisitudes del juego no son ningún misterio, todos conocemos la podredumbre que rodea la grama de una cancha: las mafias, los malos manejos, la publicidad en exceso, el uso de drogas, los prejuicios raciales, el oportunismo político, las sumas exorbitantes de dinero, la compra de árbitros y que Azcárraga sea dueño del Necaxa, son aspectos que empobrecen el arte, son el fruto prohibido que está mandando todo al carajo, la prostitución.

Queda entonces declararnos aficionados de la afición que es la razón de ser del juego, queda entonces impedir que nos roben la infancia porque hemos aprendido que siempre hay tiempo de compensación y nunca se sabe quién se llevará el mejor resultado. Finalmente, los dejo con una reflexión que es más bien un recordatorio del genial Villoro, que nos acompañó a lo largo de este artículo y quien en días pasados dio una cátedra fenomenal sobre fútbol en el Salón Barroco de nuestra Universidad con estadio a reventar y gol de oro en el último minuto.

“Antes de salir al campo conviene recordar a los a los jugadores de sombra, los que se quedaron en el camino, con los huesos o los nervios rotos, aquejados por las variadas circunstancias con que los días preparan su asedio. Ellos, nunca vistos, fueron tan necesarios como las líneas blancas que separan las letras de los libros”. Amén.

22 de marzo de 2011

El rostro en el espejo

Opinión

Verónica Mastretta

Publicado en Milenio 140311

Espejo Mirallmar de BD

No sería precioso que el enemigo a vencer en nuestro estado o país tuviera nombre y apellido? Nada más fácil que encontrar enemigos evidentes, claros y etiquetables. Poner las cosas en blanco y negro y cerrar el capítulo. Sería fantástico, pero completamente irreal.

El enemigo a vencer no es el que no piensa como nosotros, ni tampoco lo fue el PRI local que controló con mano férrea un solo hombre hasta hace unas semanas.

Tampoco lo es el PAN, el partido del presidente Calderón o el dividido PRD y sus múltiples corrientes. No son López Obrador ni sus seguidores el peligro para México, ni tampoco los perredistas que no piensan exactamente como él.

Sería tan simple que el enemigo a vencer fuese tan sólo el crimen organizado,las policías ineficientes y corruptas,los sindicatos, los monopolios o las poderosas televisoras.

No lo es Peña Nieto y su campaña publicitaria telenovelera, ni sus altos números en las encuestas, como tampoco lo son Moreira, Beatriz Paredes o Manlio, que temen, critican y despotrican contra las alianzas electorales, a las que llaman perversas y contra natura cuando a ellos no los favorecen, aun cuando las han utilizado siempre que les conviene, ya sea con el Verde, con el PT o con el Panal, como si en política no fueran naturales las alianzas en momentos estratégicos, como le funcionaron a Lula en Brasil y a la España de la transición del posfranquismo con Adolfo Suárez.

Lástima, pero no es sencillo ni fácil poner nombres y apellidos a los que nos impiden avanzar, simplemente porque somos nosotros mismos, miles de mexicanos desencantados, desinteresados, conchudos y poco participativos,que sí podríamos hacer algo, esos enemigos ocultos y por eso invencibles.

Nos aferramos a nuestras pequeñas agendas personales y nos hemos olvidado casi por completo de una agenda común que posibilitaría la creacion de un México mejor y más justo.

Por ejemplo, los empresarios. Sus agendas suelen abarcar sólamente la defensa de sus intereses gremiales, pero no se aplican ni se empeñan en aportar el poder fáctico que podrían ejercer, en exigir mejores condiciones de transparencia, rendición de cuentas o reformas legislativas estratégicas.

Ellos cierran su agenda cuando resuelven sus problemas y se desentienden de una agenda social que podrían empujar y promover.

Las universidades deponen en gran medida su papel de contrapeso a los enormes poderes públicos y apenas ahora, por lo menos en Puebla, retoman el poder de contrapeso sano que olvidaron en el pasado, pero que es necesario ejercer con generosidad e inteligencia a los gobiernos en funciones.

No se trata de ser contestatarios porque sí; se trata de que la razón y el pensamiento luminoso asalten de manera abierta las aulas y que las autoridades de las universidades, en especial las públicas, exhiban una independencia intelectual y real de la que estamos urgidos.

El enemigo a vencer son los dueños de los medios de comunicación que trafican sin pudor lo que se dice o deja de decir en sus foros; pero también todos aquellos que teniendo un foro en donde decir algo se callan por comodidad o por miedo.

El reto para jueces y diputados y para los poblanos será trabajar para fortalecer la indepenencia de poderes aprendiendo a usarlos apegados a la ley, evitando que de nuevo pierdan su independencia y el necesario contrapeso que deben ejercer unos sobre otros para tener un ambiente democrático que debemos reconstruir.

El enemigo a vencer sería la concentración de poder en unos cuantos y la sujeción de los poderes Legislativo y Judicial hacia el Poder Ejecutivo.

El enemigo a vencer sería un PRI que se negara a democratizarse, o un PAN gobernado por una cúpula de iluminados que impidan que su partido crezca y se fortalezca. El enemigo a vencer no son los buenos o bien intencionados militantes de partidos pequeños, sino los líderes que venden los movimientos e ilusiones de sus militantes. El enemigo a vencer es la incapacidad del PRD para construir una izquierda seria, el que se trenza en disputas inacabables que les impider a veces ejercer el poder que ya tienen...

Más allá de todos estos que podrían ser los enemigos evidentes, los chivos expiatorios de todo lo malo que nos acontece, está un ciudadano dormido: el enemigo a vencer somos todos los que pudiendo hacer algo, no lo hacemos.

El enemigo a vencer lleva tu nombre y el mío, y el de todos lo que han dejado de hacer lo posible porque les parece inútil o poco, como si cada acción no sumara y ayudara a cambiar para bien nuestra pequeña realidad.

El enemigo a vencer es el no pensar en plural, en un “nosotros” que construye y anima.

El enemigo a vencer está en nuestra casa y en nuestro corazón, es tu cara en el espejo y lleva tu nombre.

12 de marzo de 2011

Palabras como Libros: Diablo Guardián de Xavier Velasco

Esta primera entrega de la sección de este blog "Palabras como Libros", pretende simplificar el desarrollo literario de una obra a través de las frases que mayor impacto pudieran tener en la historia misma del texto, o mejor aún, en la historia del lector. Espero que les sea útil por lo menos en algo, "yo lo hago para matar el tiempo antes de que él me mate a mí". Lean, entiendan y ejecuten las frases aquí citadas, pero por ningún motivo dejen de leer los libros.

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"El dinero engaña a todos, en especial al que lo anda cargando".

"Necesito un dios a mi medida, un dios con membresía a mi club".

"Una cosa es que te mueras y te vayas al infierno, y otra que aquí en la Tierra se entere todo el mundo".

"Todo buen verdugo se obliga a vivir por siempre enmascarado".

"Igual que los burdeles, los periódicos duermen por las mañanas".

"Eres una ingeniosa aliada de tus sepultureros".

"¿Quién tiene tiempo y estómago para desperdiciar la vida hablando de cosas verdaderas?".

"Soy una materialista inconveniente, una zorra inconquistable".

"El verdadero sexo ocurre no a partir del coito, sino del despegue".

"¿Cómo puedes saber tanto de mí, tú que no sabías nada?".

"Los muertos frescos siempre están en todas partes".

"No tengo más tarifa que la del placer".

"...Cuando me ves de reojo con esos ojos insolentes".

"No puedo escuchar el grito de la civilización porque estoy concentrado en atender el grito de la selva".

"El hambre huele peor que la comida descompuesta".

"Si yo tuviera un gato, lo querría muchísimo, pero te seguiría queriendo más a ti".

"Qué lástima que mis mejores sentimientos me hagan vomitar".

"La gente se enamora y no vomita, por eso se enamora".

"Si a esa tal le quedaba algún rastro de sangre en las venas, tenía que ser sensible a los tulipanes".

"No sé si es nostalgia o cargo de conciencia".

"Si desea condenarme, su señoría, écheme de una vez el cargo con todo y agravantes".

"¿Por qué dice 'arf'' en vez de 'guau'? ¿De qué clase de perra estás hablando?".

"Nunca he reconocido todo lo que te necesito, me molesta la idea de tener que justificarme frente a mí".

"Dime cuántas mentiras cuentas y te diré qué tan esclavo eres".

"Siempre puedes estar mejor o peor de como estás".

"¿Te conviene convenirme?".

"Es como querer cargar a un gato callejero".

"No hay en este mundo situación más jodida que la de un hombre solo en una mesa con un cigarro de mujer a medio terminar".

"Fuck you, I don't pinche need you".

"¿Has escuchado una canción muchas veces seguidas sólo para seguir llorando?".

"La mentira triunfa de cualquier forma".

"Con tal de seguir pareciendo conveniente ante tus ojos, podría hacer verdad cualquier mentira, y defenderla cual sólo se defienden las intensas certezas".

"Lo único que sé hacer bien es portarme mal".

"¡Edecán tu mamá que parió puros gatos!".

"Chinga tu madre, pero estoy de acuerdo".

"¿Te imaginas a dios haciéndose que la virgen le habla?".

"Cuando hay una persona que te agrada, lo que más quieres es creerle cualquier cosa que te cuente. Sobre todo si en ese momento te está besando encuerada".

"Decidí enamorarme de ti, no porque imaginara las cosas que tú hacías, sino al contrario. Bien que lo sospechaba, por eso te escogí".

"Tú eres mi tesis de novelista".

"Emponzoñado de felicidad".

"Hay que saber distinguir lo enorme de lo imenso: Enormes son las cacas que pisas y maldices. Inmenso es solamente la maldición de vivir entre la mierda".

"Eres el poeta del copy".

"Una cosa es comerme la mierda que me dan y otra rogarles que me sirvan el segundo plato".

"No te quiero, te codicio".

"Dos personas se entienden con el ceño aquejado de un súbito rencor, cuando dan y reciben la cantidad precisa".

"Tienes el defecto de provocarme todo menos saciedad".

"Lo que fuera por estrellarme con tu sonrisa".

"No soy sino la voluntad al acecho de mis propios impulsos".

"¿Cómo se asciende por un muro que se incendia si no se tiene una ventaja extra contra la desgracia?".

"Sustituir una verdad odiosa: 'la necesito'; por una invención heróica: 'me necesita', y ponerse a salvo del asedio de las dudas".

"El más leal de los traidores".

"Un enemigo tan imbécil como invencible".

"Abajo de la cama todo triunfo es relativo".

"No sabía mucho del amor, aunque lo hiciera tan seguido".

"Buscabas el amor con muchísimas ganas de no encontrarlo".

"Que los ángeles y los demonios me ven con la misma desconfianza".

"En este mundo de mierda la decencia tiene que esconderse para sobrevivir".

"Cuando te compré o cuando te conocí".

"Has sido la mejor mentira de mi vida".

"Mírame bien, no soy Superman".

"Lo que es tú y yo no armamos un nosotros".

"Un novelista debe estar a la altura de su historia".

"¿Qué hago metido en una historia de putas, padrotes y asesinos?".

"Soy ofensivamente libre".

"Es la prueba que exige la dama al caballero para poder confiarle los secretos de su cuerpo".

"Se aprende a ser puta en la soledad".

"Tienes cuchillos en la lengua".

"Tú eres de los que matan y se asustan de ver el cuerpo".

"¿Me veo guapo desangrándome?".

"El subsuelo de la memoria, donde nunca hay por qué rascar".

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