Alguien dijo que la historia no se repite; pienso que se equivocó, la historia se repite, para bien o para mal. Las luchas sociales se repiten. Desde la época de la colonia nuestro pueblo ha sido engañado con espejos, explotado por las minorías rapaces y esclavizado por los poderosos. La riqueza que debería ser de todos los mexicanos siempre se ha concentrado en algunas pocas manos y no en las manos del pueblo, que es el que verdaderamente genera la riqueza. Hemos sido saqueados, engañados, esclavizados, mutilados, asesinados, defraudados; pero también es cierto que a lo largo de la historia y más concretamente cada cien años, el pueblo ha tomado las riendas del camino, y ha llevado a buen termino las obras de transformación que han forjado a este país; 1810 el movimiento independentista, 1910 el movimiento revolucionario, ¿2010, qué sigue? No lo sé, lo único que puedo asegurar es que algo está pasando; algo se mueve en las calles, en las plazas, en las grandes avenidas, desde Metlatónoc el municipio más pobre de México en la sierra de Guerrero, hasta la urbe más grande del mundo (irónicamente a estos sitios sólo los separan varias horas, pero a la vez un abismo de desigualdad social), algo está pasando en las conciencias.
Es cierto que las luchas y las revoluciones se repiten, pero a mi punto de vista no se tienen porque repetir los modos de hacer las luchas y la revolución. Si bien es cierto que históricamente las transformaciones sociales de nuestro país han sido determinadas por movimientos armados, creo que es momento de aprender a valorar la sangre que nuestros mártires han derramado a lo largo de nuestra historia para situarnos en el lugar que ocupamos como nación.
Es hora de hacer un cambio, de eso no hay duda, pero lo debemos hacer por una “vía alternativa”, por una vía pacífica, el cambio verdadero de este país tiene que ser por la vía pacífica; no más sangre, no más victimas, no más Tlatelolcos, Atencos o Oaxacas, no más desaparecidos ni presos políticos, no más represión. La represión es anti-evolución. Es momento de hacer una lucha diferente, una lucha como la que soñó Salvador Allende con la instauración del hombre nuevo en América y la erradicación de los canallas, esos mismos canallas que le quitaron la vida y la esperanza a él y a miles de chilenos con el golpe de estado encabezado por el traidor de Pinochet.
El cambio es justo y necesario, algunos pensarán que se trata de una obsesión del poder por el poder, otros pensarán que son actitudes populistas y paternalistas, que “estamos ardidos” pero no es así. Si ver en favor de los que menos tienen es ser populista, pues entonces somos populistas, y también somos renegados y somos un peligro para México, aparte de ser nacos y huevones, como también nos han llamado.
Hace un año que empezó un movimiento único en la historia de México, quizá el más grande. Un movimiento al que el gobierno le hace caso omiso, y prefiere hacer como que ignora, un gobierno que no tiene ninguna gobernabilidad y que puede ser legal, pero no legítimo. Es ese gobierno el que ha defraudado a millones de mexicanos y los tienen en la pobreza y la marginación, es ese gobierno el que prometió empleo para todos los mexicanos, pero como van las cosas hasta el “Presidente del Empleo”, se va a quedar sin empleo. Es ese gobierno el que espera que este movimiento se apague y la gente se canse, pero no vamos a ceder, si no contaron los votos, que no cuenten con nosotros.
Es muy importante la labor de los jóvenes, de los universitarios, los jóvenes tienen la responsabilidad histórica de llevar a buen término la obra de transformación que este país necesita. Es preocupante que seamos apáticos ante la situación, los jóvenes somos la fuerza, el arrastre, y debemos demostrarlo, ahora más que nunca.
El pueblo está en movimiento y la historia nos absolverá. Si el pueblo no puede con el fraude, el fraude no podrá con la historia.
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